martes, 25 de octubre de 2011

Traslado del blog



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lunes, 5 de septiembre de 2011

El precio del error

¿Cuál quieres que sea el precio por tus errores? seguramente tu táctica sea evitar cometer errores y así evitar pagar un precio por ellos, sin embargo ¿te ha funcionado? yendo más allá, te propongo una rápida reflexión ¿cuándo cometiste el último error en tu vida?

En ese momento, cuando cometes un error ¿cómo es tu reacción? ¿qué hay en ti entonces? recuérdate, obsérvate, te dará algunas pistas de cómo es tu relación con tus propios errores. Es posible que todavía tengas un error clavado, como una espina al tragar, que viene a ti de vez en cuando para recordártelo.

Entonces ¿cuál es tu relación con los errores?

Un error está asociado a una expectativa, un objetivo, puede ser algo tan sencillo como lograr hacer algo bien, puede ser hacerlo en tiempos o con un límite en coste, puede ser no descubrir después que podrías haberlo hecho mejor, o sorprenderte con que te han engañado (y además se han reído de ti).

La batalla contra los errores, si la emprendes, puede ser infinita y consumirte en el camino...

Entonces, si no consigo cumplir mis expectativas, estoy fallando, estoy cometiendo un error. La diferencia entre lo que yo quería y lo que consigo es el precio inicial que pago por mi error.

Una vez ahí ¿qué puedo hacer?

Conozco muchas personas que ante el error pierden el foco en el objetivo inicial y se centran en el error, en lo ocurrido, en el pasado, en las causas, en los culpables. Un hombre se equivocó de estudios, de carrera profesional, comenzó a estudiar algo que pensaba le podría gustar y lo que sus padres le recomendaron con la mejor intención. Hace tiempo que sabe que no le motiva, no acaba de encontrar un ápice de energía para mover su destino en esa dirección, sin embargo sigue poniendo rumbo a un puerto lejano sabiendo que no tiene gasolina.

Una mujer se enamoró de un hombre, pasó el tiempo y diseñaron un proyecto juntos, hace años que el hombre no contribuye a la causa común y ella es el único motor posiblemente de su único sueño, sin embargo ella sigue echando gasolina de su propio surtidor a un barco varado en otra parte.
Hay otros casos en los que él o ella se enamora de una imagen proyectada en otra persona, a lo largo del tiempo surgen evidentes muestras que no encaja la pieza en el puzzle sobre la mesa, sin embargo él o ella persevera contra todo pronóstico hacia adelante.

Hay cuestiones que el corazón solo entiende, yo diría que es algo distinto que el corazón pero ¿qué pasa cuando hablamos de contextos empresariales? he conocido proyectos que han dado muestras de desastre desde los comienzos y gestores ignorándolo mirando hacia adelante, hacia su meta y no al suelo que pisan ahora, en el presente.

Permíteme que te haga una pregunta ¿cuánto tiempo tardas en reconocer un error? y de ese tiempo ¿influye algo el tamaño del mismo? normalmente cuanto más te cueste reconocer tus propios errores, ese tiempo se multiplica según el tamaño o el impacto del mismo, y puedes seguir multiplicando si además tiene repercusión en otras personas.

Entonces ¿qué pasa que nos cuesta tanto reconocer un error? hilando con el post anterior, reconocer un error es decirte a ti misma, a ti mismo, que puedes fallar, que eres vulnerable, que aquello que hay ahí fuera es mayor que tú, no puedes tenerlo todo controlado.
Y, cuando además de a ti has de reconocerlo ante otras personas, eso puede sobrepasar a cualquiera...

Te propongo analizar el precio que ha pagado cada uno:

- El hombre que siguió en la carrera profesional frustrante ha gastado años de su juventud que no volverán, desgaste en su proyecto personal, retrasar otras decisiones personales, ha pagado felicidad y plenitud, una sonrisa olvidada que ya raras veces aparece, unos ojos abstraidos porque están en un mundo muy lejos del que se presenta delante.
Este hombre ha pagado un gran precio, sabe que ha cometido un error ¿qué le dirías tú que puede hacer? para mí ya no hay mucho que perder ¿qué más podría perder?

- La mujer que sigue aferrada a un hombre que no le acompaña en el mismo camino, sabe que no se cumplirán sus sueños, sus expectativas, sus proyectos y que su amor está frustrado por una encrucijada donde cada uno tomó caminos distintos. ¿Qué le dirías que merece? ¿Qué merece en sus días? ¿Cárcel o plenitud?
Para mí la cárcel no es el hombre, son los barrotes que se ha creado ella misma con un plan al que no renuncia por su sueño. ¿Cómo sería reconocerse a sí misma el error? ¿Cómo sería ser sincera consigo misma?
¿Cómo es vivir un día más sabiendo que has dado otro paso a ninguna parte? La confianza es una cosa, mentirse es otra.

- Ese gestor de un proyecto empresarial que no ha querido reconocer el error a tiempo y ha invertido más dinero y tiempo en algo que daba señales no iba a salir bien. Gastando más en arreglar el error que en seguir adelante.
¿Qué podría haber hecho? Ahora ya ha superado un 200% el presupuesto inicial, el producto ha llegado tarde, ya no es competitivo y los inversores echan chispas, todo ha seguido adelante en una marea de excusas...

Seguro que conoces a personas como ese hombre, como esa mujer, como ese gestor, puede que tu hayas vivido algo de lo que han vivido ellos. Puede que ahora mismo, si lo piensas, sepas que algo está pasando en tu vida ¿qué error estás intentando reparar? ¿qué precio estás pagando? ¿cómo sería dejarlo y seguir? recupera tu objetivo y vuelve a por ello, deja el error a un lado.

¿Qué estás tolerando?

¿A qué estás diciendo No en tu vida?

Todos los informes sobre liderazgo y grandes líderes hacen una recomendación coincidente: "enfrentar los problemas cuanto antes". Esto implica estar muy atentos, observar, ser sinceros con nosotros mismos ante las señales, las evidencias, los síntomas que nos indican si hay un problema, un posible error, delante de nosotros.

De hecho el error, el tropiezo, la desviación entre lo conseguido y lo esperado no es el problema ¿puedes evitarlos por mucha intención que le pongas? el error es no enfrentarlos, la actitud.
No son los demás, no son las circunstancias, soy yo. Si no enfrentas el problema a tiempo ¿qué sabes que sucederá? si no lo enfrentas hoy por pereza o cobardía ¿qué pasará mañana?

Alguien dirá: "¿qué pasa con la confianza?", para mí la confianza se focaliza en el resultado de enfrentarlo en vez de dejar que se solucione solo. La confianza en decidir conjugada con la valentía, el compromiso y la responsabilidad con uno mismo es parte de la fórmula del liderazgo personal.

Pero ¿de qué estoy hablando? esto huele a responsabilidad y compromiso con uno mismo y con mi vida, contigo misma, contigo mismo, y tu vida. ¿Liderazgo? Sí, tú y tu propia vida es una causa lo suficientemente grande e importante como para que lo lideres, para que tomes las riendas y seas valiente. Sentarte y esperar solo hace que la bola de nieve se haga más grande, después pararla será más duro.

¿Estabas esperando algo grande? ¿algo que mereciera la pena para moverte? aquí lo tienes, empieza por ti y luego vendrá el mundo. Como dijo el maestro Shifu en Kung Fu Panda 2: "la siguiente lección es la paz interior".

A veces, muchas veces, gastamos más energía y tiempo en sacar adelante un error que en dejarlo a un lado y seguir adelante.

Es tu energía, es tu tiempo, es tu corta vida, tu decides qué quieres hacer.

Como ese hombre ¿qué más puedes perder?

Como esa mujer ¿qué mereces para tu vida?

Te invito a revisar esos errores, toma el timón y una decisión para no arrepentirte. En Coaching hay una máxima que practicamos: "toma lo que es útil, lo demás déjalo". Entonces puedes identifícar ese error pendiente, perdonarte, recuperar tu ilusión y buscar el camino, otro camino.


jueves, 28 de julio de 2011

Estrategias para la vida

Nacer es un acto bastante duro, de hecho puede ser traumático, se podría decir que es el momento en el que un ser humano toma consciencia de lo inmenso que es el mundo y lo vulnerable que se puede sentir.
Por un momento piensa en el momento de la transición para un bebé desde un mundo paradisiaco a un mundo donde, de repente, todo es distinto, frio, enorme y desconocido. La percepción puede ser abrumadora si no fuera por la voz familiar de la madre, el amor y el cariño de otras personas que poco a poco nos vuelven a hacer sentir protegidos.

Esto se prolonga durante la infancia, además de los momentos mágicos llenos de ilusión y amor, hay una consecución de momentos de renuncia y frustración que pueden tener mayor o menor calado. El mundo alrededor, desde los padres, la familia, el entorno, la sociedad y la propia naturaleza acaban siendo arrolladores y a cada cual más despiadado en imponernos su propia realidad.

Los padres y la familia pueden poner cariño y amor, compasión en la educación de un niño, otros niños pueden ser muy crueles y despiadados, la sociedad puede ser muy dura cuando un niño se sale del camino marcado. Ha de ser así, todo está orientado a que el niño aprenda las normas y sepa convivir en su contexto a los diferentes niveles.

Sin embargo no siempre es así, normalmente no es así, como niños el aprendizaje suele ser algo así como "el mundo es demasiado arrollador e invencible, soy vulnerable, demasiado pequeño para poder con ello, necesito construir algo para enfrentarme a esto".

¿Hay algo en esto para ti? ¿Cuándo pensaste por última vez en tu pequeñez frente al universo? realmente cada uno de nosotros no es más que una hormiga cruzando la acera a la merced de ser pisado por cualquiera.
¿Cuándo hiciste cualquier cosa por evitar reconocer un error, que te habías equivocado? veo todos los días grandes ejecutivos hacerlo.
¿Recuerdas haber evitado un problema y no enfrentarlo? sabes que cuanto más tiempo pase más difícil será enfrentarlo y buscar una solución, aun así sigues retrasándolo.
¿Cuándo dejaste de intentarlo por evitar fracasar?

¿Te suena esto de la vulnerabilidad? ¿Cómo es tu relación con ello?

En la infancia es la etapa donde comenzamos a construir y ensayar estrategias para enfrentarlo, probamos diferentes maneras y vamos aprendiendo qué funciona y en qué circunstancias. Leyendo a James Hollis encuentro varias estrategias que recopila en su libro.

Cuando somos niños una estrategia que probamos es resistir, tomar una posición de fuerza e intentar imponer al entorno nuestra voluntad y deseos. El aprendizaje en esta estrategia sería algo así como "si consigo el suficiente poder e influencia podré ser yo quien decida y me imponga en vez de las circunstancias o la vida".
Esto llevado a la vida adulta se traduce en una vida orientada a conseguir, hay quien no para hasta acumular suficiente dinero y posesiones, a veces nunca es suficiente, hasta que siente que comienza a poner la normas, a decidir, a influir sobre el exterior bajo su voluntad.
También puede significar una vida de éxito, ser el mejor en algo es un camino para la admiración de los demás y rodearte de un entorno agradable y cómodo. Llegar a un alto puesto en una compañía, casos de grandes directivos de empresas globales, llegan a acumular tanto poder e influencia que en un cierto momento acaban creyendo que son capaces de todo y de vencer normas y leyes inquebrantables.
Más que la ley se me ocurren leyes físicas y de la naturaleza, llegar a ese nivel de reto es un paso más a demostrarse que ese contexto y camino que han elegido les devolverá a un entorno seguro y cómodo donde ya nada lo alterará.
De manera inconsciente sabes que estás apegado a ese medio que te da seguridad y confort, sin ello no eres nadie, o eso es lo que sientes y temes. Cualquier cosa que lo amenace te hace sentir un miedo cerval y eres capaz de cualquier cosa por defenderlo.


También cuando somos adultos, el aprendizaje de la vulnerabilidad de la infancia se traduce en una necesidad de controlar. Todos conocemos casos notorios, o nosotros mismos, necesitamos tener la sensación que todo está controlado y en orden.
En este caso no necesariamente, como en el anterior, emprendes una carrera de superación total, sin embargo sí tomas acciones de control. Pensamientos constantes de preocupación sobre otras personas y escenarios lejos de uno mismo, interrogatorios frecuentes a otras personas, a veces incluso violentar la intimidad de otras personas con tal de averiguar que todo está como debe. Poner todo en orden y en su lugar ¿qué sucede cuando encuentras que se ha descolocado?
Esta estrategia es un "Tour de Force" contra todo y todos para que todo esté en orden, en su lugar, como ha de ser. Nervios, preocupación, pensamientos pesimistas que alimentan la necesidad de controlar más y mejor. Hay personas que llenan una conversación ellos solos y antes que dar la oportunidad a la otra persona, antes que dar espacio a algo más, terminan la conversación por miedo a que lo que pueda surgir no esté dentro de lo esperado.

Hay quien vive su vida en un orden y monotonía absoluto, el mismo trabajo, el mismo trayecto, las mismas horas, las mismas personas, las mismas tareas... cualquier imprevisto puede ser motivo de pánico o bloqueo, como un caballero sin armadura en plena batalla. Recuerdo una tarde en que se reventó una rueda del coche al aparcar, bajar del coche y estar tan bloqueado que solo sabía quedarme mirando, después vino la frustración y el enfado, me llevó bastante tiempo llegar a la sencilla conclusión que había que cambiar la rueda y seguir.

Hay otras estrategias, una muy frecuente es adoptar un rol complaciente, esa persona siempre entregada a los demás, que solo sabe decir "sí", dar y dar y dar... hay personas que no recuerdan la última vez que se dedicaron un rato a sí mismos, a cuidarse realmente y quererse. Siendo niños nos enseñan que decir que sí, aceptar y conceder es un camino hacia la comodidad, la aceptación y un ambiente tranquilo y cómodo. Salvo que a veces renuncias a ti misma, a ti mismo.
Si tu jefe no deja de pedirte y siempre aceptas y superas lo esperado y te quedas hasta tarde y siempre cumples, sabes que es una garantía para ser aceptado, para que el entorno alrededor esté tranquilo, evitar enfrentamientos, situaciones incómodas que, una vez más, podrían incomodarte y hacerte sentir una pequeña hormiga. Aceptar siempre y dar con generosidad parece ser el camino para ser una gota en un remanso tranquilo de agua, intentando que al menos por nosotros nunca llegue un torrente y nos lleve quien sabe a donde, con la sensación de no ser nadie que eso conlleva.
En condiciones normales puede ser sostenible, hay veces que a tu alrededor hay auténticos agujeros negros absorbiéndote y nunca será suficiente hasta tu extenuación. El camino de tu supervivencia es el camino de tu final.
Recuerdo un cliente en una sesión, le pregunté "Si tu vida fuera una película ¿quién es el protagonista de la película de tu vida?" la respuesta fue "a veces no soy ni secundaria, soy de reparto, sé que otros toman el protagonismo de mi vida". ¿A qué estás renunciando? ¿qué estás tolerando?

Todos participamos de estas estrategias, si lo reflexionas un poco, ¿no has intentado poseer suficiente para que puedas tener cierta tranquilidad? cuando realmente te importa ¿no has estado encima para controlar que todo fuera bien? si has querido que no hubiera turbulencias ¿nunca has evitado un conflicto en vez de enfrentarlo? ¿alguna vez has dicho sí sabiendo que la respuesta era no?

Todos establecemos y hemos aprendido mecanismos desde la infancia para construir una vida sostenible, segura, un lugar donde poder vivir.
Hace tiempo que escucho a otras personas, amigos, quejarse de cosas que suceden alrededor: "fíjate esta persona que ha tenido un cancer", "¿te acuerdas de fulanito? ha muerto en un accidente", "después de ocho meses de embarazo, tuve un aborto espontáneo". El comentario a estos sucesos, por supuesto indeseables para cualquiera, suele ser: "es injusto", "es antinatural", etc...

Hemos construido un mundo tan a medida, hemos impuesto unas normas sociales tan a medida, vivimos tan imbuidos en ellas, hemos llegado a tal confort y longevidad, hemos reflejado tanto nuestras estrategias personales a nivel de la sociedad, que nos lo llegamos a creer.

La naturaleza es algo distinto de la sociedad en la que vivimos, seguimos siendo seres vivos que respondemos a la propia naturaleza, a veces de manera mágica y maravillosa, otras de manera impactante y dura. Hace un siglo la esperanza de vida no pasaba de los 35 años y las condiciones eran más duras, había poco espacio para sentirse invencible, menos espacio.

Cuando la naturaleza actúa, somos ese caballero sin armadura en medio de la batalla, el poder y la influencia no sirven. Somos esa gota en calma arrastrada por una crecida, el control ni las presas que pongamos en nuestras vidas, no sirven. Somos una hormiga más cruzando una acera llena de personas, la entrega incondicional no ayuda.

Es en esos momentos cuando vemos la realidad como es, desnudos ante la naturaleza, nuestra propia naturaleza, guardamos bastantes mentiras que hemos ido comprando a lo largo de los años y vamos a comprar las que sí nos valen.

Vivir en la propia vulnerabilidad, reconociéndola y aceptándola, ante nosotros y ante los demás. Hace tiempo recuerdo una reunión con un cliente donde un grupo de personas estában defendiendo una propuesta de colaboración. Revisando la propuesta, el cliente preguntó ¿por qué aquí dais este dato cuando en otra página ponéis otro? de repente un silencio denso, se podían oir la montaña de excusas en cada cabeza para salir del paso, alguien dijo: "nos hemos equivocado, lo corregimos". ¿Qué pasó? nada.

Hay mecanismos, estrategias que construimos cuando somos niños, que están más o menos marcadas según nuestras experiencias, que según crecemos y maduramos se van implementando de manera inconsciente y un día te encuentras siendo una persona adulta y no sabiendo hacerlo de otra manera.
Sin embargo hay un hormigueo, una sensación de incomodidad, como de llevar puesta la ropa de otro, como de interpretar un papel que alguien nos ha dado y sabemos que no es el nuestro.

Cuando he estado doce años trabajando en una empresa, veinte años de trayectoria, y en mi mejor momento me despiden ¿de qué me sirve todo eso? ¿qué me es útil en un momento así?

Muchas estrategias pero realmente no valen para la vida real, cuando la vida nos enfrenta a las pruebas más duras. En esos momentos no hayas consuelo, no sirve y el castillo que hemos construido durante tantos años resulta ser de naipes y volar por los aires.

He comprado la promesa de una vida plena a cambio de cumplir el plan, a cambio de esforzarme tanto, de trabajar tanto, de renunciar a tantas cosas por un puesto mejor, a personas por estar mejor posicionado, a mis sueños por mis padres, al amor porque me decían que no me convenía, al tener hijos y familia por una carrera profesional, a tener carrera profesional por tener familia.
Llega un momento en la vida en que estás defraudado, porque la promesa no se cumple, porque te acuestas por la noche y no sabrías decir qué has hecho durante el día, porque me levanto por la mañana y no me apetece lo que me espera, porque al final deambulo dejándome llevar.

Pero, ¿yo quién soy? ¿dónde voy? ¿cuál es mi propósito?

Hemos traído estrategias de nuestra infancia, aprendizajes de otro momento de nuestra vida.
Ahora somos personas adultas, podemos estar atentos y decidir si realmente nos es útil o queremos otra cosa.

Y cuando digo útil no me refiero a vivir los días como si estuviera tumbado en un sofá, me refiero a vivir.