martes, 21 de diciembre de 2010

Año Nuevo, Sueños eternos

Ayer asistí a la representación en el colegio de mi hijo, cada curso realizó una actuación entrañable, evidentemente no tanto por la calidad aunque sí por el esfuerzo puesto en realizarlo y la ilusión de los niños en actuar y brillar delante de los adultos, padres y abuelos que asistían. A pesar de la vergüenza, los nervios y los errores del directo.

Muchos valores resonaron dentro de mí viéndoles actuar, aunque sobre todo disfruté viendo esas personitas que tienen tanto que dar, su ilusión, la alegría de celebrar y sentirse una estrella que brilla y un público que les admira y aplaude por un día. Cada padre ve a su hijo actuar, aunque no sea su hijo, cada abuelo ve a su nieto brillar, aunque no le corresponda esa estrella. Cada adulto por un día se vuelca en los más pequeños como si cada niño fuera su niño, como si cada nueva estrella en el cielo formara parte de su constelación. Más allá de sus obligaciones, del colegio, de jugar y de que un mundo de adultos les obvie habitualmente en el día a día de un planeta que tiene cosas más importantes que hacer que mirar a los niños.

Sin embargo, tan adultos que somos, tan serios y profesionales, tan responsables ¿dónde está el niño pequeño que llevas dentro? búscalo por un momento, está ahí y te está mirando cómo pasas el día a día. Mírale a los ojos y pregúntale ¿de qué quieres más? seguro te da ideas para el próximo año.



Al final de la representación una monjita del colegio agradeció a los padres a los niños y a los esforzados profesores el esfuerzo y la dedicación para poder disfrutar de ese día y celebrar juntos fechas tan entrañables. Recordó los valores que acompañan muchas veces a la Navidad, valores como Familia, Amor, Generosidad, Amistad, Personas, Compasión... y también habló del Año Nuevo, de proyectos y esperanzas de logros tras un nuevo año de trabajo.

Aquella mujer sintetizó un espíritu que regocijó al público, a los padres y abuelos presentes, que nos hizo fácil conectar con otra manera de sentir, otra perspectiva de mirar la vida y los días, otro espíritu para relacionarse con otras personas.

Podemos hacer un esfuerzo aprovechando las Fiestas para vivir ese espíritu navideño, enfadarnos menos, perdonar más, sacar alegría de debajo de las piedras y vivir días plenos y entregados, mirando a los demás como quienes son y esos seres magníficos que nos acompañan. Volcarnos en la celebración y festejar, regalar eso que la otra persona está deseando, conectar con nuestros sueños y saber que en estos días hay una magia que hace que todo parezca posible. La magia de la ilusión.


Cuando pasen las Fiestas, cuando se marchen los Reyes Magos... ¿qué cosas harás diferente para vivir la magia el resto del año?

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