viernes, 3 de junio de 2011

Sobre la dignidad

Ahmed nació en Palestina hace 44 años, de familia humilde, emigraron a Jordania siendo pequeño para encontrar un lugar mejor, más seguro. Era un niño alegre y feliz, como todos los niños jugaba a todas horas, en cualquier momento que se le permitía. Pronto aprendió la responsabilidad y la necesidad de esforzarse, en un entorno falto de bastantes recursos y severo en austeridad aunque generoso en amor, cariño y ternura.

Ahmed tuvo una infancia llena de amor, juegos sin juguetes, austeridad y responsabilidad, como quien sabe el sitio que tiene en la vida. Sabía que para ser ayudado primero hay que ayudar, para tener el corazón de los demás primero hay que abrir el propio, que para conseguir lo que quieres hay que esforzarse y trabajar duro.

Así creció y en un esfuerzo descomunal su familia consiguió enviarle a Arabia Saudí a estudiar, era un adolescente, lleno de vida y ganas de hacer grandes cosas. Consciente que el tiempo está para ganarlo y no para perderlo, que cada segundo cuenta en el camino de la vida, en el camino de ir sumando y creciendo.

Conocí a Ahmed una mañana de otoño, fue un encuentro fantástico, encontré a una persona humilde, con una fortaleza interior palpable, seguro de sí mismo y del amor que tenía y le daba su familia, ganas de trabajar duro para su familia y para crecer, para llevarse algo consigo. Su vida era impresionante, había hecho más del doble de estudios y experiencia que muchos colegas en el mismo tiempo, se notaba que era una carrera constante por superarse, una escalada infinita de una montaña de plenitud, de encontrar a cada paso.

A los pocos días tuve la oportunidad de comer con él y otros compañeros suyos con los que trabajaba, allí nos contó cómo llegó a España para estudiar la carrera. Cómo consiguió aprender español sin saberlo previamente, estudiar y trabajar a la vez para conseguirlo en tiempo record. Los trabajos eran de lo más variopinto, desde recoger cartones o chatarra en la calle, pasando por limpieza o atención al público, todo por sacar unos euros, ahorrar y seguir el camino que le llamaba: estudiar en la universidad, trabajar duro y construir su familia.

Ahmed es la voz de la dignidad, para mí siempre ha sido un ejemplo de superación, humildad, corazón, cercanía, ayuda, esfuerzo y todos los logros que como un gran sabio llevaba en la mochila. De hecho Ahmed era presencia, solo con estar en un lugar y ser, en silencio podías captar la viveza de sus ojos, la energía que irradiaba, la paz que transmitía a la vez que fuerza.

Hace dos días me llamaron, Ahmed había muerto durante la madrugada, una embolia, de repente. Algo imprevisto, algo improbable, como un rayo caído del cielo directamente para él. Todavía me cuesta hablar en pasado.

Hace tiempo que sé que nada pasa por casualidad, sin embargo nunca conseguí explicarme el sentido, el propósito de que esto sucediera así. Ahmed era un referente de muchos valores que resonaban en mí: amor, esfuerzo, superación, logro, cercanía, humildad, igualdad, etc...

Aquella tarde compartí unos minutos con sus compañeros, al día siguiente en la mezquita con su viuda y sus hijos pequeños, con sus amigos más cercanos. La viuda es igual que Ahmed, tierna, humilde, presente, fuerte. Las palabras que salían de su boca eran de agradecimiento, a la vida por el marido que le había acompañado, a nosotros por hacer compañía en esos momentos, por estar presentes, incluso a su empresa porque todos los meses que estuvo fueron de plenitud, de sentirse querido y tenido en cuenta, de paz y placer por un trabajo duro.

Tras las palabras de la viuda, volví a encontrar y conectar con el sentido que tiene el trabajo de muchos responsables o directivos en empresas. La dimensión humana, hacer que las personas se sientan bien, queridos en su propia responsabilidad, a pesar del trabajo duro llegar a caso satisfecho porque estás en un lugar que te hace sentir bien. Contribuir a que los últimos meses de una persona hayan sido mejores, según palabras de la viuda nunca le había visto así.


Compartiendo unos minutos con con los amigos de Ahmed, me di cuenta que yo mismo estaba respirando, fui consciente que el aire estaba entrando en mis pulmones, estaba vivo!!!
Me pregunté "¿a qué sabe la vida?" todavía estoy explorando esta reflexión, sin embargo mientras la exploro y soy consciente de la misma, me doy cuenta que estoy disfrutando más, sobre todo en los detalles, en las actitudes, en el propósito que pongo en cuanto hago.

El impacto de la muerte de una persona tan extraordinaria como Ahmed en las personas a su alrededor ha de ser uno de los sentidos y legados. Yo ahora llevo en el corazón el ejemplo de una persona que vivía sus valores en su día a día, conectado con su propósito, lo que realmente quería en la vida, que hacía felices y agradable la vida a las personas alrededor. Es así en todas las personas que le hemos conocido.

No tengo ni idea de qué hay en esto para su familia, para su viuda y sus tres hijos pequeños que ayer estaban jugando a la entrada de la mezquita, ajenos al drama, viviendo en el presente donde realmente no hay problemas y el futuro no preocupa, ya vendrá.

Como dijo Martin Luther King: "Da tu primer paso con fe, no es necesario que veas toda la escalera completa, sólo da tu primer paso."


¿A qué sabe la vida?

¿Estás aprovechando el tiempo? ¿Cuál es tu sueño?

Si pudieras poner una intencíon a tu vida, un propósito ¿cuál sería?



"Dignity" - Deacon Blue

2 comentarios:

  1. Qué bonito Juan, me has hecho revivir en mí sentimientos que había aparcado para no sufrir, pero que bonita es la vida! importante aprovecharla, disfrutar de cada momento, con cada persona que compartimos esos momentos buenos y esos momentos malos.
    Mi propósito es ser feliz y hacer felices a las personas que forman parte de mi vida.
    Gracias por dejarnos compartir tu reflexión.

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  2. Gracias Juan por compartir tu vivencia y el recuerdo de Mohamed. Una vez más nos incitas a la reflexión sobre lo que realmente es importante. ¡Gracias1 y creo que Mohamed ha recibido tus tienas palabras con todo el Amor y Reconocimiento con los que las has escrito.

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