Hay una frase que se me quedó grabada, cuando la oí me impactó de lleno y descubrí mucha sabiduría en ello.
"Es inútil llorar sobre la leche derramada"
La dijo una compañera Coach en uno de los módulos y contiene una gran verdad, por supuesto tiene su mentira.
La gran verdad es que llorar el pasado, los errores, las malas épocas, las desgracias, no te van a llevar a un sitio mejor, no te va a impulsar a moverte ni te motiva a tomar la responsabilidad de tu vida. De hecho llama mucho más al victimismo, a descargar en las circunstancias y en el pasado nuestro presente, a anular el futuro que no llegó por un pasado ya caduco.
Muchas veces me preguntan si el Coaching no se solapa con la Psicología, hay aspectos diferenciales y este es uno de ellos. En Psicología se explora el pasado, las causas raíz, se da sentido al presente a través del pasado (y se hacen otras muchas cosas, por supuesto).
En Coaching no se trabaja ni se centra la sesión en el pasado, se trabaja con lo que hay en el momento, durante la sesión. Evidentemente el pasado forma parte de la sesión, el cliente sacará parte de su pasado cuando sea de valor para la sesión, para la exploración de sí mismo. Pero como el pasado es un elemento más, no precisamente el más importante, también se trabajan emociones, geografías, etc.
El enfoque del Coaching es el presente y el futuro, desde el presente trabajar con lo que hay en el presente para proyectar al cliente hacia su futuro. Un futuro que puede decidir, apostar por él y comenzar a caminar hacia sus sueños, metas y proyectos, personales o profesionales.
Y ese es el enfoque de la frase o dicho, pues será vano centrarse en el pasado y concretamente en el lado oscuro del pasado si el objetivo es el futuro. Llorar por ello no dará fuerzas para un futuro mejor y desde ahí se proyectará un futuro oscuro y no deseado.
El pasado es perfecto, como el tiempo verbal, ya pasó, no vuelve. No tenemos derecho de devolución. Nosotros lo hacemos imperfecto trayendo constantemente el pasado al presente, sin asumir que tuvo su momento y su lugar.
¿Para qué cargar con una maleta llena de trajes que ya no te sirven? Estoy viajando por la vida y llevo una maleta en cada mano, hace diez años me servían trajes que hoy no me puedo poner. Los sigo llevando en la maleta.
Podría decidir al menos dejarlos en el armario, así mi presente sería más ligero y más presente. Me pondría los trajes que sí me valen hoy.
Pero si tengo un armario abarrotado, será una pesadilla abrir las puertas del pasado. Cuando veo colgada esa camisa que ya no me sirve ¿qué recuerdos me trae? si son malos, si me hace sentir mal ¿para qué tenerlo colgado? puedo elegir la ropa que dejo en el armario del pasado.
La frase también tiene su mentira, hay que llorar por la leche derramada, es útil llorar por la leche perdida. La frustración del error, la impotencia de la desgracia, hay que sentirlas, vivirlas, llorarlas o gritar.
La decisión es ¿cuánto tiempo vas a llorar por ello? ¿cuándo dejó de ser útil para ser una barrera? ¿a qué estás diciendo que no por seguir llorando?
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