lunes, 10 de enero de 2011

Donde las calles no tienen nombre...

Me encuentro de pie en la acera de una calle de la ciudad, una gran ciudad que nunca supe dónde tiene los límites. Me cruzo con otra persona, me mira y hablamos, me dice que si le acompaño a donde va y digo que sí. Vamos caminando por calles, el viaje es animado y me encanta estar con el, con ella, juntos. Entramos en una calle sombría, un barrio sombrío, el lugar no me gusta y seguimos andando. Antes de continuar le digo que no sigo, que me paro, que vuelvo atrás. No le gusta pero vuelvo a calles más agradables.

No sé decirte dónde estoy, nunca estuve aquí, ante mi cara de desconcierto una persona me pregunta si puede ayudarme, le digo que no sé dónde estoy y me ofrece acompañarle a su destino por si cruzo alguna calle familiar. Me parece una gran idea y camino a su lado, nos encontramos a otras personas que conoce, me gusta conocerles. Seguimos caminando y pasados unos días me canso de no encontrar un lugar familiar. Encuentro una melancolía de algo que recuerdo y no sé qué es.

Parado de nuevo en una acera de la ciudad se para un coche a mi lado, se baja un tipo muy simpático y me dice que va de fiesta, que está solo y si le acompaño. Lleva buena música y el plan es perfecto. Montamos en el coche y vamos a toda velocidad por la ciudad, nos reimos mucho y no paramos de ir a sitios divertidos. Podríamos seguir así toda la vida pero me acabo cansando y dejo la fiesta.

De nuevo estoy en medio de una acera solo, me cruzo con un hombre con apariencia curiosa, nunca había visto una persona así, una mirada así, algo me hace hablar con el, no sé qué es, una inquietud, una cuestión no resuelta. Me dice que tiene un sueño, me lo cuenta y es fantástico, me encanta su sueño y me uno a su proyecto. Poco a poco se lo vamos contando a otras personas y se unen a nosotros en su sueño.

He llegado a un parque, después de unos años dando tumbos siento la necesidad de parar y sentarme en un banco. Mirando el silencio, escuchando la luz, inmutable sobre un banco, me doy cuenta que no me llena, me entretiene pero no me llena. Ese sueño no es mi sueño, intento buscar respuestas fuera cuando las tengo dentro, nunca supe dónde voy, no he parado de engancharme a los destinos de otras personas, sin saber dónde van, sin saber dónde voy.

Hoy me paro a pensar quién soy, hoy avanzo a vislumbrar mi destino, la calle y el portal donde quiero llegar, hoy tomo la decisión de liderar mi vida, de buscar mi sueño y vivirlo, de buscar otras personas con el mismo sueño, de no saber donde estoy pero saber donde voy.

No necesito que nadie me diga quien soy porque nadie lo sabe mejor que yo, no necesito los sueños de otro porque tengo los míos, no necesito vivir los sueños de otro porque quiero vivir los míos, no necesito otro destino porque tengo el mío.

¿Sabes la dirección de la calle donde está ahora tu vida?

1 comentario:

  1. Enhorabuena, Juan!
    Gracias por estas reflexiones desde el corazón.
    Que siempre tengas presente tu calle y continues guiando a otros a encontrar su dirección.
    Un abrazo muy fuerte desde Colombia, Jorge.

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