lunes, 14 de febrero de 2011

Madres (y padres)

El otro día durante una sesión un cliente me dijo "ninguna madre acaba harta", intuía que no acababa de entenderlo. Todas las madres comparten con sus hijos, si es necesario se quedan sin ello para que sus hijos lo tengan. Ninguna madre acaba harta de comida, de ropa, de tiempo, de amor.

No sé en tu casa pero en la mía cuando era pequeño y había cocido teníamos un manjar muy especial: el tuétano del hueso. No sé si lo has probado pero untado en pan tiene un sabor penetrante e intenso que no supera el mejor foie. Hace años que no como tuétano de hueso en un cocido, serán las vacas locas, será que ya los huesos no tienen...

¿Cuál era el manjar especial en tu casa? ¿qué era ese caviar que marcó tu infancia?

El problema es que un trozo de hueso es pequeño para cuatro personas, para cuatro pedazos de pan, para cuatro bocas. Como niño daba la tierra y la vida por un trozo, renunciar a ello era inconcebible y una frustración. Sin embargo no era así para mis padres, y concretamente para mi padre que igualmente le gustaba como a nosotros. Antes que hacer renunciar a ello a sus hijos lo cedía para que lo saboreáramos, consiguiendo su satisfacción en nuestro rostro de satisfacción, reflejando ese momento de felicidad de nuestros rostros en su alma; como un espejo desnudo que permite reflejar lo que tiene alrededor.

Tengo la infancia marcada por instantes de generosidad de mis padres, momentos en los que han renunciado por mi, por nosotros. No solo renunciaban a cosa materiales, también renunciaban a lo más precioso: el tiempo. Cuantos minutos, horas, días, invertidos en los hijos, donados a la mejor ONG, los padres son una ONG no reconocida.

Recuerdo irme a la cama y saber que la luz de la cocina estaba encendida porque mi madre estaba planchando, o haciendo la comida del día siguiente, o recogiendo lo que habíamos dejado. Yo me iba inconsciente a la cama, a descansar, igual que cuando hoy veo a mi hijo dormir temprano mientras quedan tantas cosas por hacer y me acuesto tarde: por prepararle la mochila, por tener lista la comida de mañana, porque todo esté limpio cuando se levante.

Recuerdo ver la luz del salón encendida y saber que mi padre estaba trabajando, estudiando algo nuevo o preparando algo para el día siguiente. Y yo me iba de nuevo a la cama, con la luz amarilla de bombilla incandescente de fondo.

Entonces no lo sabía pero aquello que pasó como si no me enterara, que viví como si no fuera yo, quedó como un poso, semillas de algo que hoy reconozco en mí germinadas: Valores.

De mis padres aprendí el valor del esfuerzo, de invertir tiempo y energías en algo que quiero conseguir, aprendí generosidad de dar a los demás y tener la satisfacción de satisfacer a otros, sonreír la mueca de tu boca. De mis padres aprendí a dar mi tiempo por otros, a saborear la familia como un tuétano intenso. De mis padres aprendí a amar.

Es curioso como los valores son algo que se impregna en la piel y cala hasta los huesos, hasta el tuétano que puebla tus huesos. Es curioso como un valor no se enseña, se aprende mediante el ejemplo de quien lo practica. Es curioso como una madre o un padre no acaban hartos, hoy soy yo quien no acaba harto.

Y cuando me digan "deja a tu hijo"
yo les responderé "nunca si es mi vida"
y cuando me digan "no juegues tanto con él"
les diré "mañana puede ser tarde"
y cuando me digan "déjalo para mañana"
contestaré "se lo merece hoy"
y cuando me digan "descansa"
hablaré así: "no descansaron por mí"

3 comentarios:

  1. Por si no lo conocías. Te gustará y te servirá: "Carta de un hijo a todos los padres del mundo" http://www.mercaba.org/Delgado/carta_de_un_hijo.htm
    hay más páginas con este texto.
    por cierto, ¡mi tuétano eran las croquetas de mi abuela!
    Catalina

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  2. Gracias Catalina, lo he leido y todavía me está resonando... eso es ética o moral??? jajajaja

    Bravo por las croquetas de tu abuela :)

    Un besazo

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  3. Me ha gustado mucho. Comparto contigo el feeling de ser padre, lo duro que es a veces pero lo gratificante que es a la vez.
    A mi también me encantaba el hueso del tuétano!
    Cuando quieras nos comemos un cocido juntos y compartimos el hueso! =;-)
    EID

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